Seguramente no soy yo quien deba opinar al respecto: irredimiblemente nostálgica, hoy día no encuentro mejor tiempo que aquel que pasó. Sin embargo, tengo bien claro que durante la adolescencia y juventud, soñábamos las maravillas a devenir cuando llegara el mágico año 2000. Mirábamos hacia delante; el pasado, menos que medio rábano. Luego, estuvimos muy ocupados resolviendo un presente continuo, con hijos, responsabilidades, cosas así. Y cuando finalmente llegó el futuro, nos encontró grandes y tal vez cansados, y no hubo entonces mejor luz, sonido, olores y reflejos que aquellos que sólo permanecían en la memoria.
No sé muy bien por qué, pero este texto y el sobrevuelo borgiano me llevó a buscar una cita que atesoraba en el más profundo de los olvidos. Está tomada de "La muralla y los libros" de Borges; hace mucho, si no me equivoco, la cité en algún lugar.
Lo curioso es que esta frase se metamorfosea con el paso de los años, dibujándome paisajes diversos: de esto, supongo, procede tanto el valor que hoy le asigno como el empecinamiento con el que en cada ocasión la busco y la olvido. Tal vez, simplemente, para gozar al reencontrarla y recuperar el asombro de la primera vez.
"La música, los estados de felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el hecho estético." |